REFORMEMOS, EN SERIO
Mientras aún se queman los últimos rescoldos de la fogata eleccionaria santafesina que convirtió al FPCyS en cenizas, dispersadas ahora por los vientos generados por Lifschitz y Lavagna, resurgen, como en todo periodo poselectoral, desde siempre, intentos de modificar las leyes y/o el sistema electoral, que parece ser el culpable de los males de la política, cuando a los políticos les va mal. Los problemas más importantes o significativos del sistema electoral provincial son su vetustez, su anacronía, su inconsistencia, su poca transparencia, su inestabilidad, su dependencia absoluta de la política, y los permanentes cambios a que es sometido, según lo amerite la coyuntura. Sin ir más lejos, tenemos leyes de municipios y comunas que datan de antes de la reforma constitucional del 62, cuando aquellos eran autónomos, tenían su propio régimen y atribuciones electorales, y el Tribunal Electoral no había acaparado todas esas funciones. Y más cerca en el tiempo, suceden c